
Podcast COLESTEROL 1 – ¿Qué es el colesterol?

En un lugar de la Mancha, tu espacio de Salud


Artículo número 2 de los dedicados a la medicación anticoagulante llamada Sintrom®, en el que trataremos de explicar porqué hay que controlar de forma periódica la dosis que tomamos de este fármaco, porqué tenemos que ir cada cierto tiempo a analizar nuestra sangre a un centro médico al estar medicados con este tratamiento.
En primer lugar, hay que señalar que la forma en que los profesionales sanitarios tienen de conocer el efecto anticoagulante del Sintrom® es mediante el parámetro llamado INR, abreviatura en inglés del término Ratio Internacional Normalizada, que indica el tiempo que tarda en coagular nuestra sangre, por ejemplo en caso de una herida, en relación con una persona que no toma medicamentos anticoagulantes.
Vamos a poner ejemplos de lo que significa a nivel práctico el valor del INR: si el INR tiene un valor de 1, quiere decir que nuestro nivel de coagulación es igual al de una persona que no toma anticoagulantes; Si el INR es 2, quiere decir que nuestro tiempo de coagulación es el doble que el de una persona que no toma anticoagulantes; y si su valor es 3, el tiempo que tardará nuestro organismo en controlar una hemorragia es el triple que si no tomamos medicación anticoagulante.
¿Cual es la cifra que el personal sanitario se fija para tener controlada nuestra coagulación?: Pues para la mayoría de los casos, el INR quiere mantenerse entre 2 y 3. O sea, necesitamos que nuestra sangre tarde en coagular entre el doble y el triple que una persona sin medicación anticoagulante. Así reduciremos la posibilidad de que se formen trombos que dañen nuestro sistema circulatorio.
Si el INR está por debajo de 2, el riesgo de trombosis y/o embolia aumentará; y si por el contrario, sube por encima de 3, el riesgo de padecer padecer hemorragias es alto.
Por eso es tan importante hacer controles periódicos: para tener siempre nuestro INR dentro de los valores objetivo, y para ello las dosis de Sintrom® habrán de ajustarse cada cierto tiempo hasta conseguir unos valores de INR estables y dentro del objetivo.
Además, por sus características particulares, las dosis administradas de Sintrom® pueden tener efectos variables, según múltiples factores, como por ejemplo nuestra genética, o la alimentación. Así, la dosis que en un momento dado era la óptima en un paciente, al cabo de un tiempo, si ha habido alteración de alguno de estos factores que influyen en la acción del Sintrom®, puede no serlo ahora, y habrá de ser adecuadamente ajustada para que el valor del INR sea el adecuado para el paciente y su patología.
En resumen, el efecto de la medicación Sintrom® puede verse influido por varios factores, como pueden ser de tipo genético o alimentario. Para que estos factores no alteren el tiempo de coagulación, tal que quede fuera de los valores que se necesitan en nuestra enfermedad, regularmente tendremos que ir a control por parte de los profesionales sanitarios, que tomarán medidas correctoras en cuanto a dosis suministrada en caso necesario.


Artículo número 6 de la serie dedicada a la menopausia, que tratará sobre el estilo de vida que debe llevar una mujer menopáusica con presencia excesiva de los sofocos en su día a día.
Hay mujeres que se quejan de la excesiva presencia, intensidad y/o duración de los sofocos desde la aparición de la menopausia. En estos casos, se recomienda llevar un estilo de vida adecuado, que debe incluir una serie de pautas.
La primera de ellas es un aumento de la actividad física. No se trata de que queramos presentarnos a las olimpiadas de nuestra generación, pero sí que interioricemos los beneficios de la actividad física en general, y en particular para la mejor regulación de los sofocos.
Cada persona debe realizar entre 30 y 60 minutos al día de actividad física, adecuada a su edad y sus condiciones físicas, de forma progresiva y controlada. La mejor manera de saber si la actividad física esta siendo eficaz es comprobar si nos hace sudar. El sudor se origina en una actividad donde nuestro corazón está trabajando en un rango en que, digamos, está en modo entrenamiento.
Podemos saber en cada momento las pulsaciones de nuestro corazón con dispositivos electrónicos asequibles, como las pulseras de actividad, que suelen incluir información sobre las zonas de ejercicio y advertir en caso de que las pulsaciones tengan un valor superior al que, en cada caso particular, no podamos o no debamos superar.
Si no estamos iniciados en la actividad física, lo ideal es empezar caminando, a un ritmo vivo, tan vivo como podamos mantener. Todos podemos caminar, en casa o en el exterior. Para hacerlo más agradable, lo ideal es quedar con otras personas, lo cual tendrá otro efecto beneficioso más en nuestra salud, como es el socializar, charlar, hablar con otras personas con sus alegrías y sus preocupaciones. A partir de ahí, podemos poner el tope hasta donde nuestro cuerpo llegue a limitarnos. Se puede intentar ciclismo, baile, bicicleta elíptica, pilates, tablas de gimnasia, bicicleta estática, o cualquier otro ejercicio que a usted le resulta agradable practicar.
Segunda pauta. Dado que el estrés es un factor desencadenante de sofocos, el procurar reducir el estrés disminuirá las probabilidades de sufrir un sofoco. Cada persona debe encontrar su terapia para reducir el estrés. Yoga, Taichi, pintura, escritura, manualidades, charlas con amistades, estiramientos, reiki…. Hay muchas opciones de actividades sin carga de estrés. No dude en pedir ayuda para encontrar la que a usted más le pueda gustar.
Tercera pauta. También son recomendables las técnicas de relajación. Hay profesionales excelentes que le pueden ayudar a ello, y con el tiempo, usted en casa podrá realizarlas para ayudar a controlar su situación.
Cuarta pauta. En cuanto a la dieta, una dieta baja en grasas, evitando alimentos calientes, priorizando otros platos fríos como las ensaladas, sopas frías como gazpacho, ajo blanco o salmorejo, y suficientes en proteínas aportadas fundamentalmente por pescados y carnes blancas, evitando las bebidas alcohólicas, sobre todo las de mayor graduación, ayudarán a disminuir la frecuencia e intensidad de los sofocos.
Y por último, como quinta pauta, se recomienda mantener un peso adecuado a la hora de que los sofocos nos den menos la lata. Si necesita perder peso, puede acudir a profesionales que le ayuden. Puede comenzar comiendo menos cantidad de comida en los platos principales. O reducir las cenas. O comer menos pan. O reducir los azúcares y los alimentos ultraprocesados. Todo suma. Si reduce la ingesta calórica y aumenta la actividad física, el peso irá disminuyendo y su salud mejorará.
En algunos casos necesitará ayuda de profesionales médicos ó de nutrición. Consúltelos en caso necesario, le ayudarán. Como orientación muy simple, pero que puede ayudarnos como referencia, en el caso de las mujeres con menopausia, si medimos en torno a 1,50 metros, nuestro peso ideal está entre 50 y 55 kg; si medimos 1,60 m, el peso ideal que debamos mantener está entre 55 y 61 kg; y si nuestra estatura es de 1,70 m, nuestro peso debe estar en el rango de los 60 a 66 kg.
En resumen, las recomendaciones sobre el estilo de vida que deben llevar las mujeres con menopausia para intentar que no aparezcan los sofocos son: 1) aumento de la actividad física; 2) intentar reducir el grado de estrés; 3) Aprender y emplear técnicas de relajación; 4) seguir una dieta baja en grasas y evitando ingerir alimentos muy calientes; y 5) mantener un peso adecuado.
