Artículo número 11 de la serie dedicada a la enfermedad COVID-19, en el que haremos una revisión a fecha finales de febrero de 2021 sobre las vacunas que se están desarrollando para combatir esta pandemia, explicando sus modos de actuación y comentando sus características más destacadas.
Antes de comenzar con las vacunas, creemos conveniente comentar unas ideas simples sobre el funcionamiento de los seres vivos a nivel molecular, pues a ese nivel es donde van a actuar las vacunas que se están desarrollando actualmente, tanto para la enfermedad COVID-19 como para otras enfermedades.
El material genético que tienen todas nuestras células en su interior, llamado ADN, y que nos hace seres únicos y diferentes de los demás, contiene la información necesaria para producir unas sustancias de gran importancia llamadas proteínas.
Para producir estas proteínas, el ADN envía la información a las estructuras correspondientes en forma de una sustancia llamada ARN mensajero. Este ARN mensajero es un mensaje en clave para fabricar una determinada proteína.
Las proteínas fabricadas entonces, tienen una estructura tridimensional compleja, y son las responsables de desempeñar funciones muy variadas en el organismo. Así, pueden tener una función estructural, como en el caso de las proteínas que forman los cartílagos de nuestro cuerpo, hormonal, como por ejemplo el caso de la insulina, que es una proteína que regula los niveles de glucosa en todas las células del organismo, o, como sucede en el caso que nos ocupa, función de defensa, en forma de anticuerpos, proteínas del sistema inmunológico, cuyo papel es fundamental en el caso de las vacunas.
Vamos a comentar ahora qué papel desempeñan estos anticuerpos en nuestros procesos de defensa frente a agresiones como por ejemplo los virus o las bacterias.
En el caso de las vacunas que se están desarrollando frente a la enfermedad COVID-19, los esfuerzos se han dirigido a que nuestro propio cuerpo fabrique una proteína del virus. En este caso, la proteína que posee el virus en su superficie, con forma de espina o espícula, y que es la encargada de la unión entre el virus y nuestras células.
En las personas vacunadas, cuando ciertas células del sistema inmunitario llamadas linfocitos ó glóbulos blancos, contactan con esta proteína, la reconocen como extraña, y producen anticuerpos contra esa proteína. Los anticuerpos van a unirse a dicha proteína del virus, y eso va a tener un efecto de marcado o señalamiento de dicha proteína. ¿Por qué este marcado?
Pues porque otras células del sistema inmunitario, denominadas macrófagos, van a encargarse de eliminar todo aquello que se encuentre unido a algún tipo de anticuerpo. Así es como funciona nuestro sistema inmune. Desde hace muchos miles de años. Y ha sido un funcionamiento que ha permitido la supervivencia de la especie humana. Ha logrado doblegar a multitud de agentes infecciosos. Y lo seguirá haciendo.
En el proceso, ha aumentado el número de células capaces de reconocer esta proteína y producir anticuerpos específicos contra ella. Son las denominadas “células memoria”, que actúan en un eventual contagio con el virus. Vamos a comentar lo que debe ocurrir en esta circunstancia de contagio.
Si el virus SarS-CoV-2, responsable de la enfermedad COVID-19, contagiara a una persona vacunada, los linfocitos memoria comenzarán a producir anticuerpos frente a la proteína viral que se encuentra en su superficie, ahora en gran cantidad, bloqueando la unión a células humanas, y estimularán su destrucción por los macrófagos, antes que el virus se extienda por el organismo provocando daños, que como sabemos pueden llegar a ser irreparables.
El desarrollo de las vacunas frente a la enfermedad COVID19 ha sido un logro nunca antes conseguido debido a la gravedad de la pandemia, y se ha alcanzado cumpliendo con los requisitos de eficacia y seguridad, en continua revisión, de todas las vacunas que se aprueban para su uso humano.
Las vacunas que se están desarrollando consiguen este propósito que hemos comentado utilizando varias técnicas disponibles actualmente. Las vacunas autorizadas o en estudio de aprobación en la Unión Europea, a fecha finales de Febrero de 2021, agrupadas por tipo de vacuna, son las siguientes:
En primer lugar tenemos las vacunas de tipo ARN mensajero. Estas vacunas van a inocular en nuestro organismo ese mensaje codificado que comentamos anteriormente, y que va a hacer que nuestro propio organismo sintetice la proteína del virus. Este tipo de técnica ya se usa en vacunas para combatir otras enfermedades, como por ejemplo, las originadas por el virus zika o el citomegalovirus, o en estudio para el tratamiento de algunos tipos de cáncer.
De este tipo de vacunas ya han sido aprobadas 2 en la Unión Europea: por un lado, la vacuna llamada Comirnaty®, desarrollada por los laboratorios Pfizer y Biontech, aprobada en individuos mayores de 16 años, que requiere la administración de 2 dosis espaciadas al menos 21 días, y que en los estudios disponibles ha demostrado una efectividad del 95% a los 7 días de la administración de la segunda dosis.
Y por otro, la vacuna desarrollada por el laboratorio Moderna, indicada en pacientes mayores de 18 años, también con 2 dosis necesarias, en este caso espaciadas al menos 28 días, y que ha demostrado una efectividad del 94% a los 14 días de la administración de la segunda dosis.
Otro tipo de vacuna disponible es la de tipo vectores virales. Esta tecnología se basa en la inoculación en nuestro organismo de un virus inofensivo, pero que ha sido modificado genéticamente para que produzca la proteína del virus que nos interesa, en este caso la proteína que se encuentra en la membrana del virus que provoca la enfermedad COVID19. Así, en nuestro cuerpo aparecerá dicha proteína, y nuestro sistema inmune fabricará anticuerpos frente a esa proteína, y nos protegerá en caso de contagio con el coronavirus. Esta tecnología ya se usa en las vacunas contra el ébola, y se está estudiando para el desarrollo de vacunas frente al virus del zika, la gripe o el sida.
A este tipo de vacuna pertenece la vacuna desarrollada por el laboratorio AstraZeneca en colaboración con la Universidad de Oxford. Esta vacuna está indicada en mayores de 18 años y está pendiente de aprobar en mayores de 55 años. Se administran 2 dosis, espaciadas entre 4 y 12 semanas, y presenta un 60% de efectividad a los 15 días de la administración de la segunda dosis.
Pendiente de terminar su proceso de revisión de resultados de eficacia y seguridad tenemos 2 vacunas que se prevé estén disponibles para su administración a la población en poco tiempo, sobre mediados de 2021. La primera de ellas se basa en la tecnología del ARN mensajero, y está desarrollada por el laboratorio Curevac®. Aún no está definido el rango de edad recomendado, pero sí se establece una pauta de vacunación de 2 dosis, espaciadas 4 semanas. Y también está pendiente de determinar su grado de efectividad.
Y otra vacuna que se prevé pueda estar disponible en breve es la desarrollada por el laboratorio Janssen, perteneciente al grupo Johnson&Johnson. Se administrará a mayores de 18 años, y sólo requerirá una dosis, habiendo demostrado un 66% de efectividad en los ensayos realizados hasta ahora.
Y el tercer tipo de vacunas que se están desarrollando se basa en la tecnología de unidades proteicas. Esta tecnología inocula fragmentos de la proteína objetivo, lo cual será suficiente para provocar la respuesta inmunitaria suficiente para combatir una posible infección con el virus.
A este tipo de tecnología pertenece la vacuna desarrollada por el laboratorio Novavax, y que se espera pueda estar disponible a finales de 2021. Esta vacuna se podrá administrar a mayores de 18 años, con 2 dosis espaciadas 3 semanas. Ha demostrado en los ensayos disponibles un 89% de efectividad.
La efectividad de las vacunas indica la reducción del riesgo relativo que tiene una persona vacuna de padecer esa enfermedad frente a otra no vacunada. Esto quiere decir que una persona que ha recibido una vacuna con una efectividad media del 95%, tiene reducido el riesgo de enfermar en un 95% frente a otra persona que no ha recibido la vacuna. En el caso de las vacunas lo importante es conseguir reducir ese riesgo en la mayor población posible. Y aunque algunas de estas vacunas que se están desarrollando tienen índices de efectividad menores que otras, conviene decir que la vacuna anual contra la gripe tiene una efectividad demostrada de en torno al 50%, y consigue unos beneficios para la salud innegables. Y otro dato que queremos comentar es que todas estas vacunas han demostrado un 100% de reducción del riesgo de muerte por COVID-19; es decir, si alguna persona de las que se ha vacunado ha fallecido, no ha sido debido a la enfermedad COVID-19.
En otro orden de cosas, hay que decir que todas las vacunas pueden presentar algún tipo de efectos secundarios, normalmente leves y pasajeros, y que no suelen durar más de 24 horas desde la administración. Puede aparecer dolor, enrojecimiento o hinchazón en el punto de administración de la vacuna, fiebre, fatiga, dolor de cabeza, dolores musculares, escalofríos, dolores musculares o malestar general. Desde un punto de vista inmunológico, estos efectos secundarios, molestos en ocasiones, son el mejor indicio de que la vacuna está provocando una respuesta inmune en nuestro organismo. Es una buena señal. Y siempre será mejor sufrir estos leves trastornos que sufrir la propia enfermedad.
Una cuestión que se plantea es si las vacunas van a poder ser efectivas frente a las diversas variantes que están apareciendo. Hemos oído hablar de la variante británica, de la brasileña, de la californiana, pero… ¿porqué aparecen esas variantes?, y ¿cómo pueden afectar al desarrollo de las vacunas?
Recordemos los pasos generales de la respuesta inmunitaria: el virus tiene una ARN mensajero que codifica la producción de una proteína de su membrana, a la cual se unirán los anticuerpos y serán ambos eliminados por los macrófagos.
Todos los seres vivos heredan el material genético de sus progenitores. También los virus. Pero cada vez que nos reproducimos, como los virus también lo hacen, el material genético de la descendencia no es idéntico al del progenitor. Hay errores de copia en los genes. Se llaman mutaciones. Muchas de ellas son inviables. Pero si el nuevo material genético del virus es capaz de proporcionar alguna ventaja, como hacerlo más resistente al ambiente que le rodea, puede ser que la respuesta inmunitaria que estaba preparada para otra variante no sea eficaz, los anticuerpos no sean capaces de neutralizar el nuevo tipo de virus, y puede que sean necesarias nuevas vacunas específicas para esas nuevas variantes del virus, para evitar una infección descontrolada como en casos anteriores a la aparición de las vacunas. Así, pues, es probable que tengamos que administrar diferentes tipos de vacunas a lo largo de nuestra vida.
La administración de las vacunas es un arma más de las que tenemos para detener la propagación de la pandemia. Se complementa al uso de las mascarillas, el mantener una distancia interpersonal de seguridad, o el lavado frecuente de manos. Aunque una persona se haya vacunado, debe seguir observando todas estas medidas de seguridad, pues todavía quedan muchas cuestiones por dilucidar en el caso de esta crisis sanitaria. Con todas estas armas, junto con el desarrollo de tratamientos específicos contra la enfermedad, lograremos superar esta situación, que por desgracia se ha llevado por delante la vida de muchas personas.
En resumen, las vacunas que se están desarrollando para poder superar la pandemia por COVID19 están diseñadas para que nuestro propio cuerpo fabrique una proteína muy especial y particular que tiene el virus. Esa proteína va a hacer que el sistema inmunitario genere una respuesta en su contra fabricando anticuerpos específicos para esa proteína. Y estos anticuerpos actuarán neutralizando el virus en caso de contagio. Algunas de estas vacunas utilizan técnicas génicas que en ningún caso van a alterar nuestro material genético, y ya están siendo utilizadas en otras vacunas e incluso terapias frente a determinados tipos de tumores. Presentan elevados datos de eficacia y seguridad, pudiendo presentar efectos secundarios leves durante las primeras 24-48 horas desde la administración de la vacuna.
Desde la Farmacia de la Mulilla animamos a todos los seguidores de estos artículos a vacunarse contra la covid19 en el convencimiento que es la mejor opción posible para poder superar la infección por coronavirus. Nuestras autoridades nos brindan la oportunidad. Aprovechémosla. Cuantas más dificultades pongamos a la propagación de la enfermedad, mayores probabilidades tendremos de derrotarla.
Queremos agradecer la inestimable colaboración del catedrático de Microbiología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada, Don José Martínez López, sin la cual el rigor de este material no hubiera sido posible.