Artículo número 7 de la serie dedicada a ayudar a los cuidadores de pacientes de Alzheimer. En este artículo se tratarán cuestiones acerca de cómo comunicarse con nuestro familiar enfermo de Alzheimer, para conseguir que dicha comunicación sea lo más eficaz y productiva, tanto para el enfermo como para la persona cuidadora.
El contenido de este artículo va a dividirse en 3 puntos, a saber, 1) comunicación no verbal, 2) comunicación verbal, y 3) aquello que hay que evitar en la comunicación al ser contraproducente para el fin que queremos conseguir. Finalizaremos, como en anteriores artículos, con un resumen de lo expuesto y con una frase motivadora sobre el tema tratado.
Pues vamos allá. Primer punto a tratar: La comunicación no verbal.
De una manera fácil y simple, podemos decir que la comunicación no verbal es aquel conjunto de información que transmitimos sin utilizar la palabra, utilizando otras formas de comunicación entre las que podemos destacar la expresión facial, los gestos, movimientos corporales o incluso los silencios. Todas estas formas de comunicación generan en la persona que los percibe una gran cantidad de información acerca de nuestra personalidad y estado de ánimo. En el caso de la comunicación con enfermos de Alzheimer, éste tipo de información cobra una importancia extraordinaria, pues al ser personas de edad avanzada, suelen tener disminuída su capacidad auditiva, además de poder tener afectada la interpretación del lenguaje, pero podrán recibir muchos datos a través del tacto y de la vista.
El lenguaje no verbal es muy anterior al verbal, y le lleva una ventaja evolutiva importante. De hecho, la mayoría de las especies animales que nos rodean emplean la comunicación no verbal como base de su transferencia de información. Así que este tipo de comunicación ofrece unas posibilidades muy grandes para poder comunicarnos con nuestro familiar enfermo de Alzheimer. Así, si emitimos mensajes contradictorios verbal y no verbalmente (por ejemplo, decir “si” mientras movemos la cabeza horizontalmente como cuando queremos decir que “no”), la persona que recibe el mensaje puede priorizar el mensaje recibido con los gestos antes que con las palabras. Y si no, hagan una prueba con cualquier persona de su entorno.
Las personas cuidadoras de enfermos de Alzheimer deben esforzarse por entrenar adecuadamente su forma de comunicación no verbal, pues es una herramienta muy potente para conseguir que la comunicación con nuestro familiar vaya en la dirección adecuada.
Pues bien, las recomendaciones en cuanto a la comunicación no verbal con nuestro familiar enfermo de Alzheimer van a ser principalmente 3:
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Gesticular de forma suave. Los movimientos de las manos y de nuestro cuerpo han de ser lentos y evitar brusquedades. Este tipo de movimientos transmiten relajación y tranquilidad, y son así percibidos por nuestro familiar.
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Mirada y expresión facial tranquilas. Cuando nuestro familiar nos mire para percibir de forma subconsciente nuestro estado de ánimo, debe apreciar que estamos serenos, afables, sin expresiones de ira, miedo o agresividad. Dado que las emociones son contagiosas, si expresamos en nuestro rostro estos sentimientos negativos, influirán sin duda en el estado de ánimo de nuestro familiar con demencia, alterando negativamente su propio estado y nuestra comunicación en ellos.
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Usar caricias. Transmiten mucha seguridad. Es una forma de hacer que se sientan seguros en su debilidad e indefensión, generada en parte por su propia edad avanzada, y potenciada por su proceso degenerativo.
Igualmente, el cuidador de enfermos de Alzheimer debe estar atento a cómo se comunica nuestro familiar, pues también puede utilizar las emociones para decirnos cómo se encuentra o qué necesita.
Continuamos con el segundo punto de los que queremos tratar: la comunicación verbal. En este punto daremos una serie de recomendaciones sobre cómo debemos hablar a nuestro familiar enfermo de Alzheimer. Dichas recomendaciones son las siguientes:
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Emplear frases cortas y concretas, con vocabulario sencillo. Recordemos que nuestro familiar puede tener limitadas sus funciones cerebrales en cuanto al lenguaje, por tanto cuanto más simples y cortas sean las frases, mucho mejor podrán entenderlas. Deberemos evitar el empleo de frases subordinadas, unas dentro de otras, haciendo más compleja su comprensión. Y el vocabulario no debe ser rebuscado, sino cuanto más claro en cuanto a la asociación de la idea que queramos transmitir, mucho mejor.
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Delante del enfermo y mirándole a los ojos. Así nos aseguramos que captamos toda su atención, reforzada con la comunicación no verbal que perciba a través de la mirada. Como comentamos anteriormente, el lenguaje corporal deberá ser acorde con el lenguaje verbal para no generar contradicción en el enfermo, lo que podría aumentar su confusión y elevar su nivel de confianza y seguridad en nosotros.
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En lugares tranquilos, sin ruido ni distracciones. Será muy difícil comunicarnos con nuestro familiar en un entorno donde su atención sea reclamada por otros elementos, como puede ser la radio, la televisión, u otras personas que se encuentren en la estancia. A mayor nivel de distracción, menor será la posibilidad de que entiendan el mensaje que queremos darle.
Y en último lugar, trataremos el punto de qué circunstancias debemos evitar si queremos maximizar la captación de nuestro mensaje.
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Hay que evitar discutir. No conseguiremos nada bueno con una discusión. Discutir sólo traerá que nuestro familiar enfermo de este tipo de demencia entre en un estado de bloqueo mental y hará que no ceda en sus pretensiones. Si queremos que realice alguna acción y no quiere, tendremos que, o bien esperar a que se le olvide la causa por la que se niega a hacerlo, o abordar la situación desde otra perspectiva. Pero nunca debemos discutir, pues además hará más fácil que la persona cuidadora pierda los nervios y eleve su nivel de presión psicológica e insatisfacción, y se encamine sin remedio hacia el sentimiento de frustración, todos ellos muy negativos en la extraordinaria labor de la persona cuidadora.
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Dar órdenes de forma continua. Para una persona con sus habilidades de comunicación deterioradas por esta enfermedad, el recibir de forma reiterada órdenes facilitará, al igual que en el punto anterior, alcanzar una situación de bloqueo mental, que será complicado revertir.
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Decir a nuestro familiar aquellas cosas que no puede o no debe realizar. Es mejor centrarse en reforzar aquellas actividades que queremos que haga, de tal forma que puedan generar un hábito en cuya realización se encuentre cómodo.
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Hablar a estos enfermos de una forma infantil. Aunque sus recuerdos más recientes vayan desapareciendo, su cerebro puede seguir interpretando los estímulos desde un punto de vista maduro acorde a su edad, y el dirigirnos a ellos como si fueran niños puede generarles sentimientos desagradables o incluso humillantes.
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Hacer preguntas complicadas a estos enfermos. Hay que priorizar hacer preguntas cerradas, es decir, aquellas cuya respuesta sea SI o NO, o una respuesta concreta. Si hacemos preguntas vagas o de alta dificultad, su capacidad mental no va a poder ser capaz de solucionar la cuestión, y nuestro familiar no sabrá salir del atolladero, complicando su estado mental.
En resumen, para maximizar el proceso de comunicación con nuestro familiar enfermo de Alzheimer, las siguientes recomendaciones pueden sernos de gran utilidad. En cuanto al lenguaje no verbal, es preferible gesticular de forma suave, con mirada y expresión faciales tranquilas, y usar caricias que van a transmitir seguridad al enfermo; sobre la comunicación verbal, debe hacerse en lugares tranquilos, sin ruido ni distracciones, colocándonos delante del enfermo y mirándole a los ojos, y utilizando frases cortas y concretas, así como un vocabulario sencillo; y debemos evitar las discusiones, dar órdenes de forma continua, decir aquellas cosas que no puede o debe hacer, hablarle de forma infantil, o realizar preguntas complicadas.