En este artículo vamos a tratar recomendaciones que han demostrado su eficacia para tratar de combatir el síndrome del cuidador quemado desde el punto de vista del autocuidado. Es decir, todo aquello que un cuidador puede hacer para intentar superar ese síndrome tan duro derivado de su condición de persona cuidadora de un enfermo de Alzheimer. Estas recomendaciones son también aplicables a personas cuidadoras de otro tipo de enfermos con alto grado de dependencia.
Podemos definir el autocuidado como todas aquellas acciones individuales realizadas por una persona dirigidas a mantener y cuidar su salud. Todas estas acciones que vamos a comentar pueden resultar difíciles de realizar al principio, pero si conseguimos incorporarlas a nuestra rutina vital diaria, acabarán por mostrar toda su eficacia y evitarán caer de forma más profunda en la desesperanza y el agotamiento derivados de una situación tan desgastante como la labor del cuidado de familiares dependientes.
El autocuidado puede centrarse en 4 tipos de acciones: cuidado físico, cuidado psicológico, relaciones personales y planificación del tiempo. Vamos a ir desarrollando cada uno de estos aspectos.
En primer lugar, comenzaremos con el cuidado físico. La actividad física muestra una serie de beneficios que nos van a venir muy bien en nuestra labor de cuidadores. Por una parte, va a fortalecer nuestro cuerpo, que puede ayudarnos en determinadas situaciones que puedan aparecer al cuidar a nuestro familiar enfermo de Alzheimer, como pueden ser su movilidad o aseo. Pero por otra, va a fortalecer nuestra mente, ya que la actividad física libera una serie de sustancias que ayudan a elevar el ánimo y mantener un adecuado equilibrio en nuestra salud mental.
En el caso particular de las personas cuidadoras, debemos intentar realizar esta actividad física preferentemente al aire libre, y si es posible, acompañado de otras personas. El respirar aire puro y fresco ayudará a mantenernos relajados, y el estar junto a otras personas ayudará a no estar siempre pensando en nuestra labor de cuidadores, compartiendo y expresando nuestras necesidades y preocupaciones con los demás, lo que puede ayudar a liberar nuestra carga e incluso encontrar ayuda por parte de otras personas de nuestro entorno.
La actividad física a realizar ha de estar adecuada a nuestra edad, limitaciones y condición física. No podemos crear otro problema por intentar solucionar uno. Para comenzar, lo más recomendable es caminar. Cada día que salgamos a caminar, nuestro cuerpo nos lo irá agradeciendo, ayudando a la vez a combatir el sobrepeso y la obesidad, y contribuyendo a estabilizar parámetros de la salud general. No se trata de convertirnos en atletas de élite, sino de incorporar la actividad física en nuestra rutina vital diaria, como parte de un estilo de vida saludable.
En segundo lugar, vamos a destacar la importancia del cuidado psicológico. La labor de cuidador va a poner a prueba nuestra salud mental, y debemos ser conscientes de la magnitud del problema para poder darle una solución lo más favorable posible, o al menos que nos afecte en la menor medida. Es probable que tengamos que recurrir a ayuda especializada en estos temas, como pueden ser los servicios de psicología. Desde estos servicios nos van a proporcionar terapias y técnicas para que nuestra situación no acabe siendo desbordante, y podamos afrontarla desde la serenidad y la razón, intentando evitar caer en la desesperanza, el sentimiento de culpa o incluso en un estado de depresión, que lo único que conseguirán será empeorar nuestros estados físico y mental.
La ayuda psicológica también puede venir de grupos de autoayuda o de asociaciones de familiares cuidadores. El compartir nuestra experiencia con otras personas que han pasado o están pasando por nuestra misma situación refuerza nuestra autoestima y nos ayuda a continuar en nuestra labor.
Por todo esto, el cuidador debe esforzarse en cuidar su estado psicológico como arma defensiva frente a su dura labor, cargada de responsabilidades, pero que van a intentar cambiar nuestra forma de afrontar las circunstancias derivadas del cuidado de personas con este tipo de demencia.
En tercer lugar, el cuidador ha de mantener un grado de relación personal adecuado. Nuestras relaciones sociales van a ser un importante aliado a la hora de mantener a flote nuestra salud, tanto física como psíquica. Somos seres sociables. Nos necesitamos unos a otros. La misma tarea de cuidador deriva de esta premisa, pues no podemos abandonar a nuestro familiar a su suerte conociendo su grado de necesidad.
Pues bien, el mantener relaciones con nuestras amistades va a servir de vía de escape para no estar siempre involucrados en la labor de cuidador, ayudando a relajarnos y sirviendo como ayuda psicológica. No evite quedar con amistades o personas conocidas. Saque tiempo para tomar un café con esas personas, o para dar un paseo, o salir de compras, o lo que a usted mejor le ayude a estar con sus conocidos. No será una pérdida de tiempo, ni eludir su responsabilidad como cuidador; será invertir esfuerzos para poder cuidar mejor a su familiar, y evitar el síndrome del cuidador quemado.
Y desde el punto de vista de las relaciones de pareja, nuestra pareja debe entender nuestra situación y tratar de apoyarnos en todo lo que pueda, siendo imprescindible que no sea un elemento más de presión en la ya muy tensionada situación personal en la que se encuentra la persona cuidadora.
Y en cuarto y último lugar, debemos realizar una planificación del tiempo para evitar estar continuamente dedicados a la labor del cuidado. Los expertos destacan el gran beneficio para nuestra salud que tiene el tener una adecuada planificación temporal de nuestra rutina diaria, que debemos esforzarnos por cumplir, pero que no debe tomarse como un sistema férreo de obligado cumplimiento, sino como una forma de ir asimilando nuestra adecuada adaptación a la situación. Debe ser un elemento de motivación, y no una frustración en caso de que no la podamos conseguir.
En esta planificación temporal, la única condición es que debemos reservar un tiempo cada día para dedicarlo a actividades que son placenteras para nosotros. Cada uno tenemos las nuestras. Para unos será pasear por el campo, para otros resolver crucigramas, y para otros tomar un refresco con un conocido. Pero todos los días debemos reservar un tiempo para este tipo de actividades, que tendrán un efecto beneficioso sobre nuestro equilibrio mental.
En resumen, la mejor terapia para superar o evitar la aparición del síndrome del cuidador quemado es el autocuidado, entendido como acciones personales encaminadas a mejorar nuestro estado de salud, y que en el caso de los cuidadores ha de basarse en 4 puntos, a saber: cuidado físico, cuidado psicológico, fomento de las relaciones personales, y adecuada planificación del tiempo.
Para finalizar, nos hacemos eco de una frase motivadora sobre las personas cuidadoras de enfermos de Alzheimer, expresada por Jaime en el blog alzheimeruniversal.eu, y que dice: “De todas las enfermedades, el Alzheimer es la que más lastima el alma y hace profundas heridas en el corazón de los familiares, pero también, hace que el amor y paciencia a tus seres queridos se incremente de manera exponencial”. En este blog, alzheimeruniversal.eu, se recogen gran cantidad de testimonios y ayudas para las personas cuidadoras de enfermos de Alzheimer, por lo que recomendamos su visita.