Este será el primer artículo de una nueva serie de los que el equipo de la Farmacia de la Mulilla está realizando para ayudar a los pacientes. En esta ocasión, esta serie no irá dirigida a las personas enfermas, sino a sus cuidadores y familiares. Nos referimos en concreto, a las personas cuidadoras de enfermos de Alzheimer.
En este primer artículo, vamos a dar unas pinceladas con consejos generales a tener en cuenta por estas personas cuidadoras.
Una de las primeras tareas que debe tener una persona que se va a encargar de cuidar a un paciente de Alzheimer es la de buscar información, en fuentes de garantía, sobre la enfermedad y sobre su nueva función como cuidador.
Para ello, puede recurrir a profesionales, como personal médico, de enfermería, de trabajo social o de terapias ocupacionales. Y también se puede recurrir a asociaciones de familiares de Alzheimer, agrupados en la organización CEAFA, que suelen proporcionar una orientación muy notable al estar continuamente en contacto con este tipo de enfermos y su entorno.
En segundo lugar, aceptar tu nueva situación te ayudará a afrontarla mejor, y cuanto antes lo hagas, mejor será para todas las partes implicadas.
En todo momento, la sinceridad contigo mismo y con los demás será de gran utilidad. De nada sirve engañar a los demás, porque en el fondo, lo único que estarás haciendo es intentar engañarte a tí mismo, y esa actitud no ayudará para poder llevar a cabo tu nuevo cometido.
El cuidador de paciente de Alzheimer debe ser consciente que no existe el cuidador perfecto, y por ello no debe exigirse demasiado. Un alto nivel de autoexigencia hará que el síndrome del cuidador quemado aparezca antes de lo deseable.
Otra cualidad que deben tener estas personas cuidadoras es la de la paciencia, en un grado elevado, pues si perdemos la paciencia, sólo nos traerá complicaciones y problemas, tanto para la persona enferma como para la persona cuidadora.
Debemos aceptar toda la ayuda que se nos ofrezca. E incluso pedir ayuda sin reparos. Toda la ayuda que tengamos va a ser poca, ya que la enfermedad de Alzheimer, además de desgastar al enfermo, desgasta mucho a las personas cuidadoras, y por ello esta ayuda será imprescindible.
El mantener contacto con otras personas que estén en nuestra misma situación tiene un efecto beneficioso en nuestro estado de ánimo, ya que servirá para compartir experiencias y emociones, con lo que podremos aprender técnicas y comportamientos que nos ayuden a gestionar nuestra labor de cuidador, y a la vez permitirá descargar nuestras tensiones en otras personas que entienden perfectamente nuestra situación.
El cuidador de paciente de Alzheimer tiene que esforzarse en cuidarse, tanto física como psíquicamente, pues este cuidado nos reforzará para poder afrontar la dura tarea con nuestro familiar o enfermo a nuestro cuidado.
Y por último, el cuidador debe esforzarse por que el enfermo nos perciba como un amigo incondicional. La amistad es un sentimiento de gran ayuda para gestionar estos enfermos, y ya que no nos puede reconocer como familiares, al menos nos conocerá como sus mejores amigos.
Para finalizar, recogemos una frase anónima sobre los enfermos de Alzheimer y sus familiares: “Y de pronto apareciste tu, mal despiadado llamado Alzheimer, para llevarte mi bien más preciado: mi memoria. Lo que tú no sabías es que el amor de mi cuidador es más fuerte que tus zarpazos letales”.