Tercer artículo de la serie dirigida a ayudar a los cuidadores de pacientes de Alzheimer, que estará dedicado a comentar los síntomas iniciales más frecuentes de este tipo de demencia, y que deben poner sobre aviso al entorno ante la posibilidad de que aparezca esta enfermedad en nuestro familiar o persona conocida.
Vamos a comenzar a describir estos síntomas que pueden manifestarse:
- Pérdida de memoria en el trabajo. Una persona que aún está laboralmente activa puede empezar a olvidar tareas y conocimientos de su trabajo a edades relativamente tempranas, lo que podría ser un indicativo de poder padecer la enfermedad de Alzheimer en un futuro.
- Dificultad en tareas familiares. Hay actividades que forman parte de nuestro comportamiento habitual, como por ejemplo elaborar una receta de cocina, o hacer la lazada de los zapatos. Si para una persona empieza a ser difícil hacer éstas tareas por no recordar cómo hacerlas, es un signo de alarma ante el que debemos reaccionar.
- Problemas en el lenguaje. En ocasiones, nuestro familiar no acierta con la palabra que quiere decir, o construye frases sin la claridad y sencillez necesarias.
- Desorientación en el espacio y el tiempo. Es relativamente frecuente encontrarnos con que nuestro familiar, que salía a darse un paseo por zonas siempre iguales, y que las conocía, llegue un día a casa acompañado por alguien que le ha ayudado pues no sabía volver a casa. O sentarse a la mesa a la hora de la comida preguntando si ya va a cenar. Es un signo de que la alteración cerebral se manifiesta de forma evidente.
- Conductas anómalas. Puede ocurrir que nuestro familiar comience a tener comportamientos que no eran usuales en él, como por ejemplo pasear por la casa en ropa interior, o incluso desnudo, o emplear un lenguaje grosero.
- Problemas de pensamiento abstracto. Hay determinados conceptos que, por no representarse de forma tangible, son difíciles de manejar por el enfermo, como por ejemplo, el dinero, o los números.
- Pérdida o desubicación de objetos. Estos pacientes van a olvidar muchas cosas, entre ellas el lugar donde han dejado sus objetos personales o pertenencias de algún valor. Es típica la frase «no sé dónde he dejado los zapatos….»
- Cambios de humor y de conducta. Los enfermos de esta demencia pueden experimentar cambios bruscos en su estado de ánimo, pasando de estar alegres a tristes, o viceversa, con gran rapidez y facilidad. O también pueden comenzar a manifestar conductas agresivas.
- Cambios en la personalidad. El siguiente escalón en los cambios de conducta puede llegar a cambiar parte de la personalidad del paciente, haciendo que se vuelvan más desconfiados, temerosos, deprimidos, dependientes o suspicaces.
- Pasividad. Conforme la enfermedad va progresando, las alteraciones que sufre el sistema nervioso del paciente le llevan a un mayor retraimiento, apatía y falta de actividad.
En resumen, los síntomas de la enfermedad de Alzheimer suelen aparecer de forma progresiva, afectando a la memoria, el lenguaje, el comportamiento o la personalidad. Cada enfermo puede expresar estos síntomas en mayor o menor medida, y su aparición debe alertar al entorno para que se puedan tomar medidas terapéuticas antes que haya un avance importante de la enfermedad.
Finalizamos con un refrán popular en relación a lo tratado en este episodio: «la memoria es como el mal amigo: cuando más falta te hace, te falla»